18 de enero de 2012

Capítulo 2: De la falta de sexo con amor y amor por el sexo.

Un día como cualquier otro, conversando por algún medio virtual, comenzamos a contarnos un poco la situación amorosa actual de cada uno. Ambos habíamos pasado por muchos cuerpos en ese tiempo. Sábanas ajenas y sudores compartidos fueron el capítulo principal y moneda corriente. Pero hacía un tiempo que ninguno compartía una cama con alguien. Alegamos casi de manera conjunta el mismo hecho: falta de buenas propuestas.

Profundizando en el tema, arrinconamos el motivo hasta desenmascararlo: nadie nos enamoraba. El anhelo de esa sensación tan adictiva de sentir que alguien te está abriendo en dos era carente. Muy carente.

Siempre me fue difícil encontrar una persona, una mujer para ser más específico, por quien sentir admiración y a la vez, una elevación de la líbido. Sin duda, dos de los principales requisitos para palpar y presentir que algo realmente grande está por venir. La primera estaba muy presente. Mi admiración por ella es vasta y profunda. Es una persona que admiro con gran aprecio y amor. Su actitud y su brillo me iluminan. Su hambre de independencia y su cuerpo frente al hambre explícito de los demás, siempre fueron motivos para sentirse alumno de tanto amor.

Pero fui sincero y transparente. Le comenté que siempre me había gustado, pero ciertas cosas conscientemente muy superficiales, me distanciaban de ese enamoramiento. Su elección por la desprolijidad tal vez ó cierta virtud de mantenerse natural.  Cosas puntuales realmente absurdas las que no me gustaban de ella. Y lejos estoy de hablar de una belleza física, porque realmente es una mujer muy linda. Pero más bien me refiero,  a su pelo, su desprolijo y desarreglado andar, su ropa.

Algo absurdo todo, lo sé, pero bueno, así estaban las cosas.

1 comentario:

Agustina dijo...

Pocos podrìan admitir una cosa asì, de algun modo es medio contradictorio pero la cabeza es contradictoria.